miércoles, 6 de junio de 2012

Pompeya

Nosotros dos no somos de esta época, te acuerdas?



Nacimos en una vida muy diferente a la actual, en una época muy antigua, lejos del egoísmo del hoy. Descendientes de humanistas, no encontramos la primera vez de casualidad cuando yo, hijo de un simple esclavo de tu familia, y que no era mas que un simple crío, tuve tal suerte de que tu padre se fijara en mi para trabajar en vuestro extenso jardín. No era mas que un simple muchacho, sin mucha palabra, de poco atractivo y educado. El día que mi padre me llevó con el y llegué a las puertas de vuestra casa tenía tal miedo que intenté negarme, pero podría meter en un problema a mi padre, así que terminé entrando.

Menuda impresión al ver que el jardín era tan extenso que apenas distinguía la casa a lo lejos.. ¿Como diablos iba yo solo a cuidar todo eso?, mi padre me dijo, "Tranquilo chico, no te rindas tan pronto" Pero no sabía que decir, me quede un poco perdido.

Caminamos un buen período de tiempo para llegar hasta la casa, la cual era inmensa, pero realmente bella. Se notaba que tu padre era un alto cargo en la escuela de investigación humanista de la ciudadela. Y apareció ante nosotros tu padre, un señor con aspecto de anciano ya, pues, su larga barba era blanca como pura nieve y sus manos realmente arrugadas; me tendió su mano con una sonrisa en su cara. Creo que jamás hubiese creído que,  como esclavo, alguien me tendiese la mano con tal amabilidad quitando mi madre y padre como lo hizo ese día tu padre.

En aquel momento no sabía mucho de tu padre, pero con aquello quise no fallarle y me dí ánimos para tal trabajo como el que estaba por venirme. Tras la presentación con tu padre llegó Héctor, vuestro criado, el cual me llevó a enseñarme las instalaciones y el personal para conocer un poco lo que sería mi vida desde ese día.

 De entré toda la magnitud de tipos de plantas, flores y arboles te encontré a ti. Estabas allí estirada bajo aquel árbol. Me acerqué poco a poco a ti, sin saber que eras en realidad pues no te distinguía muy bien entre aquella alta hierba, pero si me di cuenta de que hablabas sola.
Recuerdo cuando me dijiste que estabas hablando con el viento, el cual se divertía jugando entre las hojas de aquel pequeño árbol mientras tu te reías y levantabas las manos como intentando coger las hojas.

Lo admito, quise besarte, sin embargo no sabía como actuar. 
Entonces me sorprendiste al besarme tu.
Bajo el árbol y con el viento moviendo tu melena te pedí que fueras mía, 
pues yo solo quería que fueras mío y yo ser tuyo. 


Aquel día creamos nuestra propia "POMPEYA"


Esto no está basado en nada real ni mucho menos como os habréis dado de cuenta, 
Y esto no es el fin de la historia, la cual terminaré en cuanto pueda, que ando con exámenes estos días. Gracias siempre por pasaros!


No hay comentarios:

Publicar un comentario