domingo, 9 de septiembre de 2012

Sobre muerte y pedestales.


Y allí estaban, tras casi 13 meses de búsqueda las encontré.
En el lugar más oculto del mísmisimo infierno se hallaba un pedestal, y en él, mis alas . Encerradas por un halo anaranjado lleno de ascuas.
Solo quería mis alas. Cogerlas y salir de allí volando, con ella de mi mano. Tal y como habíamos echo los últimos 7 meses.
El pedestal estaba en medio de una enorme sala donde todo era caída libre. Solo había dos zonas donde el suelo era sólido. El pedestal, y el lugar por donde habíamos llegado nosotros.
Era un salto al vacío.
Necesitaba esas alas. Las necesitaba para poder volar con ella al cielo que le había prometido. Pero el salto era imposible.
Me volví. Ella me observaba fijamente. Su mirada se desvió de mis ojos al pedestal y acto seguido volvieron a cruzarse las miradas. Me sonrió. Era esa sonrisa. Sólo necesitaba esa sonrisa que sacaba lo mejor de mí. "Solo siente el aire" me dijo.
Solo acerté a responderle un "lo siento si pierdo".
Estaba preparado para saltar. En un salto suicida. Y allí, al fondo de la sala, detrás del pedestal, la vi. Alta, tapada con una capa negra y su significativa guadaña en la mano. Juro que atisvé una sonrisa en la oscuridad donde debería tener la cara.
Me giré, y dije lo único que era real en toda aquella situación; "tú eres mi cielo, aquí o donde sea." Y salté a por mis alas.

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