jueves, 23 de agosto de 2012

"¿A donde vas pequeña Artemisa?"


Siempre se dijo que no quedaban ya chicas así, que ya solo quedaban leyendas urbanas sobre ellas. Jóvenes chicas sin prisa por crecer, pisando el mundo poco a poco sin ganas de querer comérselo. Ella siempre tuvo miedo, sabía como era el mundo y no se fiaba; me fije en ella porque olía a soledad, algo que reconozco muy bien. La vi pasar, su manera de andar no llamaba la atención, no tenía un cuerpo llamativo, daba la impresión de que pisaba el suelo insegura, como con miedo de que se le acercara alguien. Y la verdad es que en todo el tiempo que me dio a verla mientras estaba sentado al bordillo de aquella fuente, no miré que nadie se fijara en ella, de verdad que me sorprendió, terminé creyendo que era solo una imagen en mi cabeza. Yo no soy un chico cualquiera, puedo ver una imagen y cambiarla completamente en mi cabeza como yo quiera, por eso tampoco llamo mucho la atención, no es algo interesante, tampoco busco que lo sea, soy como ella, conozco el mundo y tengo miedo, desconfió de el.

¿Quien eres?, ¿De verdad eres real?...

Soñé con ella aquella noche, no me hizo dormir durante mas tiempo, desde luego no dormí mas de esas cinco malas horas de siempre pero al menos pude soñar tranquilo, sin miedo a que mis miedos aparecieran en ellos. Solos entre el claro de sol que entraba en tre los altos árboles, con un pequeño ciervo entre los brazos, lloraba. No sabía que hacer, estaba desnuda y yo tuve miedo. Me lo tragué, me acerqué y le puse mi sudadera. Luego le sequé las lagrimas y la abracé por un momento. No soltó aquel animal en ningún momento así que me costaba abrazarla. No pude verle la cara y me volví a asustar. Todo era silencio. Sin embargo ella olía a "ipomoea purpurea" mis favoritas. ¿Que gilipollas no? Me acababa de dar cuenta de que ella me gustaba.. Acaba de caer en mi mayor miedo por culpa de un solo sueño en una noche tan fría como las demás. 

Tardé dos semanas en volver a verla, estaba sentado en la plaza con aquellos que son mis amigos, cuando ella pasó otra vez, solitaria como siempre. Llevaba la misma ropa, las mismas zapatillas rojas. Lo se porque me quedé como un idiota mirandola una vez mas hasta que volví a perder de vista..

 ...otra batalla perdida contra mi mismo.








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