jueves, 30 de agosto de 2012

Margaritas


Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me quiere. Y así seguí toda la tarde. Deshojando margaritas con la esperanza de ver alguna señal que me hiciera ver que todavía me quería.
Mis esperanzas caían como las hojas de los árboles en otoño, y no lo entendía. Había cambiado para bien gracias a ella...
Cuando algo me daba miedo, cerraba los ojos y salía corriendo... Desde que la conozco abro los ojos y me planto frente al miedo. Y, siempre ella me hacía ganar. Era única. La única que curaba toda herida y sin ningún grado de alcohol.



Pero pasaban las tardes, pasaba el otoño, y llevaba meses viendo como todas las margaritas decían siempre lo mismo...
Quizá si fuera perfecto...

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