jueves, 23 de agosto de 2012

Me fijo en la maleza que crece, en el flujo del río. Estoy tranquila, relajada, acabo de salir de clase, es más, estoy tomándome mi descanso diario. Creo que es una maravilla, tengo toda esa naturaleza enfrente mía, los pájaros cantan, la suave brisa agita mi pelo y el sol de la mañana me da en la piel. Todo es perfecto.
Aparto la vista de ese mismo punto. Lo único que puedo observar es algo indecente: carreteras con sus vehículos, edificios que afectan visualmente (y no solo visualmente) al medio, cierto tipo de industrias que solo hacen contaminar más y más. De repente mis pensamientos cambian, lo que hasta ahora me estaba pasando (y así todos los días) por la cabeza de '¿las demás personas se preguntarán las mismas cosas que yo? ¿Que estará pensando esa señora mayor que pasa con el carrito de la compra? ¿Y ese hombre que descarga el camión?' cambia por un: '¿Y si todo esto desapareciera?'
Imaginaoslo, por un momento.
La vida sin tecnología, la vida sin un gobierno, la vida sin dinero. Todo en un estado natural, sin edificios, sin contaminación de ningún tipo. La vida en estado puro. La vida con lo necesario, sin vivir en la opulencia, como hacen muchos. Sin eso que nos hacen creer que es 'política'. Poder pasear (por poner un ejemplo) desnudos por el medio de la calle, sin ser lascivos ni nada... no me tengáis por una mente sucia, porque no me digáis que es coherente que en la playa nos pongamos en bikini y para ir a tomar un café te tengas que poner un vestido cuando a lo mejor te estás asando con 30 y algo grados... Y es que nos lo hacen creer, que sigamos unas normas, unos modelos de comportamiento (que la verdad es que el verdadero modelo de comportamiento es solo uno, el vive y deja vivir, lo tengo claro) que si los seguimos seremos 'mejores'... y así nos va la vida, dejando que otros nos la gobiernen. Aunque no pretendo ser demagoga peco de hipocresía, reconozco que yo soy la primera en llevar a cabo este tipo de comportamiento, una persona tan aparentemente normal a los ojos de los demás como vosotros. Pero... ¿que hago yo sola, frente a una enorme masa?
Camuflarme entre ella, como todos los días.


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